Nunca
aprecié tantos detalles de la vida y del paisaje como desde mi
prisión, nunca vi el azul del cielo como lo hice desde la oscuridad,
nunca imaginé tantas ventanas como pinté en la celda de mi
enfermedad, nada ni nadie me ofreció tantas fragancias como me
brindó la soledad.
Ahora
se que la imaginación descubre cosas a las que no llega la vista y
que he recorrido más caminos por los sótanos del corazón de los
que jamás recorreré con mis piernas.
P. Castañeda.
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