viernes, 20 de abril de 2012

Al viajero ciego y al sedentario vidente


Nunca aprecié tantos detalles de la vida y del paisaje como desde mi prisión, nunca vi el azul del cielo como lo hice desde la oscuridad, nunca imaginé tantas ventanas como pinté en la celda de mi enfermedad, nada ni nadie me ofreció tantas fragancias como me brindó la soledad.
Ahora se que la imaginación descubre cosas a las que no llega la vista y que he recorrido más caminos por los sótanos del corazón de los que jamás recorreré con mis piernas.
P. Castañeda. 



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