En el plato y la tajá.
“Fuera del establishment académico, el “cambio de largo alcance en todos nuestros hábitos de pensar” es más serio. Sirve para coordinar ideas y objetivos con los requeridos por el sistema predominante para incluirlos dentro del sistema y rechazar aquellos que no son reconciliables con él. El dominio de tal realidad unidimensional no significa que reine el materialismo y que desaparezcan las ocupaciones espirituales, metafísicas y bohemias. Por el contrario, hay mucho de “oremos juntos esta semana”, “¿por qué no pruebas a Dios?”, Zen, existencialismo y modos beat de vida. Pero estos modos de protesta y trascendencia ya no son contradictorios del status quo y tampoco negativos. Son mas bien la parte ceremonial del behaviorismo práctico, su inocua negación, y el status quo los digiere prontamente como parte de su saludable dieta”.
El hombre unidimensional. Herbert Marcuse, pág. 44, editorial Ariel.
Cuando un movimiento protesta contra el sistema, el estado lo fagocita, lo enguye hasta que llega a formar parte del mismo sistema, pero cuando un movimiento lo que reclama es formar parte de ese sistema porque no tiene acceso a él y pretende cambiar poco o nada de lo establecido, el movimiento se anula a sí mismo, el sistema lo entretiene y lo conforma con un par de caramelos como se disuade a un niño, y si además no hay una base ideológica de por medio y unos “líderes”, a mal que nos pese, que dirigan el movimiento, éste está condenado al fracaso. Marcuse es un buen punto de partida para saber hacia dónde dirigir la mirada, siempre que se esté dispuesto a renunciar a una serie de “privilegios materiales” y dudo que todos los que han acampado en esas plazas estén dispuestos a renunciar a ellos, o se es parte del capitalismo y se juega con sus reglas con todo lo que conlleva, o se está fuera y debe renunciarse a ciertos privilegios capitalistas, pero no se puede estar en el “plato y la tajá”. P. Castañeda
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