Si te llaman víbora o lagartona,
de mujer a mujer, no te ofendas, (quiero decir sí, oféndete),
no es maldad, es simplemente estupidez,
se ha acordado en llamar “hostilidad heterosexual”,
sexismo o machismo, algo muy usual,
el ente piensa, pensar, ¡qué hallazgo para la razón!,
¡qué desgracia para el corazón!,
que la mujer, ¡bruja! tiene el poder,
con una escoba y su sexo
somete al hombre a su deseo,
subordinado a sus caprichos, ¡qué escándalo!
lo convierte en esclavo, en pardillo,
vamos, que llama a su congénere cabrón,
¡qué desazón!,
al pobre le falta voluntad y también decisión,
me explico, este macho supermasculinizado,
tira piedras sobre su propio tejado,
pues considera al hombre un ente vapuleado,
ni las ve ni las verá venir,
insulta y sonríe, la sociedad lo admira, lo engríe,
¿Cómo?,¡un hombre subordinado a una mujer!
Si por ley lo contrario debiera de ser,
ni caso, es un animal,
le falta alcance para entender
que nadie yace a sus pies,
cuando empiece a ver y no a creer,
será tarde, jamás podrá comprender.
P. Castañeda, J.M. Delfín.
Nota: tambien existen entes, que no mentes, femeninas que presentan este tipo de hostilidad.
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