Estos versos no saben adónde van,
no saben dónde nacieron,
perdieron el sendero, sucumbieron,
sin sentido y sin destino, murieron.
Palabras para nadie,
emociones sin nombre,
palabras sin dueño,
palabras sin sueño.
Palabras que viajan al presente
en nubes del pasado,
palabras de otros tiempos,
despertaron, agonizaron, perecieron.
Palabras que no se pronunciaron,
palabras que se desvanecieron,
ahora, palabras para nadie,
palabras de hielo.
Palabras que despertaron palabras,
besos que murmuraron palabras,
caricias que insinuaron palabras,
miradas que hablaban sin palabras.
Lluvia que se convirtió en granizo,
sol en oscuridad,
noches de luna en tempestad,
amaneceres en soledad.
Palabras estranguladas,
palabras abortadas,
palabras suicidas,
palabras escondidas.
Versos inacabados en la puerta de un bar,
sentimientos pospuestos que yacen al despertar,
oportunidades perdidas que se clavan como un puñal,
nosotros, asesinos, homicidas, de todo lo que pudo pasar.
Responsables o víctimas de la indecisión,
moríamos a espada de la preocupación,
¡qué inútil sentimiento para el corazón!
¡Qué absurdo para la razón!
Porque todos fuimos y quisimos dejar de ser,
todas esas palabras no encontraron su destino,
estaban dirigidas a quien fue y estuvo,
pero quiso dejar de estar y ser.
P. Castañeda. J.M. Delfín.
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