De
placer y dolor,
de
días de ensueño,
de
noches de insomnio,
y
también de recuerdos,
tengo
el pensamiento lleno.
Recuerdos
que ya hace tiempo
hacía
muertos,
y
ahora veo que sólo duermen,
aletargados,
en el rincón del deseo,
no
te esperaba tan pronto,
asaltándome
en sueños,
no
me gusta velar
eternamente
a un muerto,
pero
esas copas que no bebimos
en
el bar de los recuerdos,
acabarán
derramadas en algún otro bar,
probablemente,
el de los sueños.
Las
palabras que pronunciamos
jamás
se las llevará el viento,
aquellas
que quisimos ignorar,
lo
intentamos,
y
no pudimos hacerlo
gravemente
nos hirieron,
pero
las que guardamos
siempre
nos marcarán a fuego.
P. Castañeda. J.
Delfín.
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